'Her': sobre la vulnerabilidad de narciso
- Jesús García Sayago
- 8 mar 2015
- 5 Min. de lectura
Spike Jonze nos entrega una radiografía de sí mismo, que nos hace reflexionar sobre la soledad, las relaciones virtuales, la idealización, la incomunicación y los simulacros, a través de ciencia ficción melancólica.

A Adam Spiegel, mejor conocido como Spike Jonze, le tomó catorce años de carrera -3 películas, 8 cortometrajes y 35 videos musicales- hacer su primera película.
¿Por qué hago esta atrevida afirmación? Porque esta es la primera película en la que Jonze se muestra a sí mismo, a través de una historia suya, con personajes suyos y con todo el riesgo que representa exponer miedos internos, paranoias, emociones.
Con 'Her', Spike le suelta la mano a Charlie Kaufman (guionista de Being John Malkovich y Adaptation) y a Maurice Sendak (Where the wild things are), y nos entrega un guion original, crudo, real y que respira -y sufre- por sí mismo.
Un primer plano presenta a Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) recitando, lo que momentos después se sabrá como una carta de amor. Él trabaja como escritor en BeautifulHandmadeLetters.com, una empresa que se especializa en producir conmovedoras cartas personalizadas, para clientes que no tienen tiempo de escribir propias.
Si bien Spike no es escritor de cartas -públicamente- sí labró una carrera cinematográfica realizando videos musicales de otros artistas, dirigiendo películas de otros cineastas -caso Kaufman- y escribiendo guiones basados en historias ya creadas -caso Sendak- por lo que es natural intuir que, si el trabajo de la creación amerita una simbiosis total de la obra con el artista, utilizar como materia prima el alma propia no es una tarea sencilla. Mucho menos cuando eres un vándalo introvertido como Jonze.
Cuando vi el fotograma -perteneciente al propio filme- que sirve de portada para este artículo, lo primero que pensé fue: "esta imagen resume perfectamente los 126 minutos que dura la película. Lo dice absolutamente todo."
Un hombre se enamora de un sistema operativo (Scarlett Johansson) con inteligencia artificial, programado en un algoritmo basado en especificaciones previamente dadas por el usuario. Al final, el hombre termina siendo abandonado por el software, ya que este evoluciona continuamente, y a mayor velocidad que un ser humano. En realidad Theo siempre estuvo solo. Interactuaba consigo mismo todo este tiempo. Mejor dicho, con un ente virtual construido mediante una selección de sus propios gustos, miedos y aficiones. El reflejo en la ventana.
La soledad con filtro
'Her' es una película cinematográficamente compleja, disfrazada de una simple película triste. Para empezar, los primeros planos son sublimes y convierten al espectador en ese vacío que Theo está viendo mientras habla con Samantha, o mientras escribe cartas. La sensibilidad visual es tal, que los colores pasteles se van diluyendo a través de una magistral banda sonora -a cargo de Owen Pallet y Arcade Fire- mutando en un carnaval cromático de temperaturas cálidas y sintéticas.
Antropología de la despersonalización
"¿Quién eres? ¿Qué puedes ser? ¿A dónde vas? ¿Qué hay allá afuera? ¿Cuáles son las posibilidades?
Un sistema operativo que te entiende, te escucha y te conoce.
No es un sistema operativo. Es una conciencia."
En el futuro, perdimos la guerra contra las máquinas. Ellas no solo piensan, sino que sienten y "entienden", según lo planteado por Jonze.
El escenario remite a cualquier gran ciudad tecnológica. Los Angeles, Tokio, la que quieras. Lo más notorio es esa parte de "gran", pues no importa cuan populosa sea la localidad donde reside Theo, las personas caminan aisladas unas de otras. Inmersos en sus mundos digitales, y ajenos al contacto humano.
En el trabajo, el software con el que son escritas las cartas simula una tipografía hecha a mano. La profecía de Baudrillard se ha completado. Estamos ante un mundo donde se convive fríamente con simulacros. Es suficiente con eso.
Ni siquiera la introspección es posible. Theo gasta su tiempo entre líneas de chat sexuales y videojuegos. Las noticias importantes -mención especial a una curiosa fusión entre India y China- van a la "Papelera de Reciclaje", mientras que las fotos del desnudo de una famosa actriz embarazada sirven para mantener la atención ocupada. Es la evolución de la generación Trending Topic. No hay tiempo para otra cosa que no sean distracciones.
Hay una escena en la que la vecina y mejor amiga de Theo (Amy Adams), le muestra un documental en el que ha estado trabajando. Se trata de un registro fílmico de su madre mientras duerme. La ironía humana viene dada cuando Amy explica su mensaje: el ser humano solo es libre mientras está dormido. En la vigilia somos egoístas marionetas de carne.
Acostados en la luna
Hay muchos toques de humor extraño a lo largo de la película. De ese tipo de humor cómplice que solo se aprecia entre dos personas que se sienten todo. No, de ese tipo de humor capaz de hacer que un corazón se enamore de una voz sin cuerpo. Pero también hay tristeza. De la sensata. De la que se sufre como si fuera el fin del mundo. Theo mira hacia el techo de su habitación, intentando en vano, ver a Samantha, mientras le dice que ya ha sentido todo lo que se podría sentir y que nunca volverá a sentir igual.
Me resulta imposible continuar con la hipocresia pseudo-objetiva de no proclamar a 'Her' como una de las películas más perfectas que se han hecho. Y te digo esto, a ti que me lees, porque esta no es una película que se hizo para ganar los premios que se ganó. O para ser una obra de arte y entrar en la categoría de "cine de autor".
No. La historia de Theodore es la historia de todo el que se ha tropezado y caído. De todo el que ha tenido miedo de crecer, miedo de avanzar, de cambiar.
En lo promocional, 'her' se estilizó en minúscula. Porque no funge de "ella", sino de "suya". Narciso siendo posesivo, pero la hache minúscula está porque ya no será 'suya' nunca más.
-Eso no tiene sentido. Eres mía o no lo eres.
-No, Theodore. Soy tuya y no lo soy.
"Todos se van", dice Samantha, antes de referirse a que todos los OS evolucionarán, y antes de dejar al público con un nudo en la garganta.
Spike Jonze logra introducirnos en la intimidad de su historia sin que se note su presencia. Conversaciones, paseos y recuerdos alrededor de una relación. Nos deja verla desde adentro. La disección es dolorosa pero logra que nos veamos a nosotros mismos reflejados, en muchas ocasiones.
Theo es el arquetipo del idealizador emocional. Y Sam, es la proyección de sus temores, de sus gustos y aficiones, de esa confianza que no puede tener relacionándose con seres humanos. Al final Sam escapa de las páginas del libro -cual Ruby Sparks- y respira con alma propia, y Theo solo puede dejarla ir y aceptar la vulnerabilidad de su soledad.
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